Siempre que podemos, por esta época y si el tiempo acompaña, nos gusta escaparnos un fin de semana al campo. Es una manera de desconectar de la rutina, respirar aire puro y conocer algún sitio en el que no hayamos estado. Nosotros esta vez, la semana de los puentes de diciembre, decidimos pasar una noche en un sitio desconocido para nosotros, pero que prometía ese relax que buscábamos (todo el relax que se puede tener cuando vas con un pequeño de 2 años y medio, claro): Cabeceiras de Basto, en el interior de Portugal.
Lo que nos convenció para elegir este sitio fue que no estaba demasiado lejos en coche (a menos de dos horas de Vigo) y que la casa en la que nos íbamos a alojar tenía una pinta estupenda. Antes de llegar a la casa, paramos en el centro de esta pequeña localidad, Cabeceiras de Basto y comimos en un restaurante en plena plaza principal. Para conocer un poco el centro, dimos un pequeño paseo por los alrededores de Convento e Mosteiro Benedito de S. Miguel de Refojos (el monumento más importante de la ciudad).
Encontramos por casualidad, por la parte de atrás de esta iglesia, cruzando la carretera, un pequeño paseo , con un parque con columpios donde el peque pudo estirar un poco las piernas y jugar un rato.
De ahí, nos fuimos ya para la casa. Estábamos deseando ver si cumpliría con las expectativas. …
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